"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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12-07-2014 |
Balance de La Jornada
Marlene Santos
Blatter se irá de Brasil con peor reputación
En el Mundial de Brasil la FIFA siguió cavando su tumba, pues a las versiones de corrupción que corren en todas direcciones sobre los millonarios sobornos para asignar –en diciembre de 2010– las copas de Rusia 2018 y Qatar 2022, sumó otros detalles que terminan por convencer de la podredumbre que carcome al órgano rector del futbol internacional.
Los pecados de Joseph Blatter y sus secuaces fueron de diversos tonos en tierras brasileñas. El más notorio resultó el caso del delantero uruguayo Luis Suárez, a quien le asestaron una sanción inaudita, de tal magnitud que si los de pantalón largo con sede en Zurich tuvieran buena reputación, el Pistolero habría quedado ante la afición del planeta en calidad de bicho infecto.
El castigo resultó un autogol porque Suárez cosechó simpatías y hasta sus detractores consideraron desmesurada y ridícula la sanción. Tampoco consiguió nada ante el insulto mexicano hacia el portero rival (sólo que otras aficiones se fijaran en él y lo adpotaran). Luego –pasando por alto su omisión en otras agresiones con repercusiones más graves, como la que lesionó a Neymar–, las autoridades policiacas de Brasil descubrieron un tráfico de boletos en el que está involucrada la FIFA.
Aunque diarios ingleses y estadunidenses han documentado desde hace años sus corruptelas, la FIFA se subió en su trono para regañar y latiguear al comité organizador de la justa por los retrasos en las obras. No obstante, ahora la indagación llamada Jules Rimet volteó los papeles y tiene en la mira a un funcionario de ese ente rector, así como a ex jugadores y a las federaciones argentina y española.
Blatter, tras 16 años en el cargo, había preparado el terreno hacia su quinto periodo. Se probó su consentimiento pasivo para el reparto del dinero qatarí hacia Concacaf, Asia y África, las confederaciones que le representarían más votos en las elecciones de 2015, suficientes para oponerse a la poderosa UEFA, su gran detractora. Sin embargo, da la impresión de que el jerarca suizo desaprovechó el escenario brasileño y su prestigio cuesta abajo no tendrá reversa.
Ni ganando el tercer lugar ante la selección naranja Brasil se lavará la cara. La ignominia, la afrenta y el coraje ya nadie lo borra. Ahora la afición verdeamarela lo único que quiere es que Argentina no se corone y mancille aún más su Mundial y el remozado mítico estadio Maracaná.
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